02 diciembre 2008

Fuori Orario

El otro día, valorando a las de dos de la mañana con unas compañeras las posibles perspectivas de una exposición titulada Culo y codo, me vino a la cabeza la historia de Enrico Ghezzi. Ghezzi es todo un personaje, crítico cinematográfico heterodoxo, programador de contenidos en ese refugio que es RAI3 en la tele italiana, director de Fuori Orario, uno de los programas más extraordinarios del mundo: Ghezzi suelta una parrafada improvisada a una videocámara digital, y a continuación proyectan películas del mudo, clásicos de la serie B, obras actuales que no encuentran distribución, tesoros escondidos en los archivos de la RAI, films incatalogables y descatalogados. Cine.

Lo conocí cuando vino a ver un trabajo de una horita que habíamos hecho en Home Movies, remontando las maravillosas películas caseras de la familia circense con más solera de Italia, los Togni. Organizamos una proyección en una galería, con experimentación musical en vivo, y pareció gustarle. 

Me habían contado antes una historia sobre su modo de trabajar, caótico e impulsivo. En medio de un viaje de norte a sur de Italia, se quedó adormilado en la parte trasera del coche. Abrió un ojo justo cuando pasaban por un pueblo perdido, que casualmente se llamaba Sacarríos (me lo invento, por desgracia he olvidado el que aparecía en la historia), y anunció: "habría que hacer un especial Fuori Orario con cosas que se sacan de los ríos". Se emitió un mes más tarde.

Por pura simpatía hacia el personaje me compré un libro que recopilaba sus críticas en revistas cinematográficas, sugerentemente titulado Paura e desiderio (Miedo y deseo). Resultó que Ghezzi era incapaz de distinguir entre sus apasionadas e inconexas peroratas y el lenguaje escrito, así que el libro era una gran mierda. Sin embargo, la contraportada (creo, lo dejé en Bologna al mudarme) contenía, a bocajarro, un arrebato genial: "No es el tiempo el que nos falta", escribía Ghezzi, "somos nosotros que fallamos al tiempo".

Así que ya ven, me acuerdo de Ghezzi en estos últimos días, en los que mi sombra fatiga a tenerme el paso. Ayer envié un trabajo cuatro minutos antes de que expirase el plazo de entrega, y una opción de futuro por correo certificado en el último día hábil. No estoy dispuesto a seguir así. Permanezcan atentos a sus televisores los próximos días, por si mi jefe y yo salimos en las noticias.

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