01 febrero 2009

La(s) ciudad(es) de Gabriele Basilico

"Al llegar a una nueva ciudad el visitante reencuentra un pasado suyo que había olvidado que tenía. La extrañeza de lo que ya no eres o de lo que ya no posees te espera en el umbral de los lugares ajenos y no poseídos."

Italo Calvino. Las Ciudades Invisibles.


Tranquilos, no pienso en retomar mi antiguo proyecto de traducir e ilustrar las deliciosas ciudades invisibles de Calvino, aunque el haberme encontrado estos días con una horrenda versión en castellano invitaría a ello. El caso es que hoy cierra la sección lucense de Photo Galicia, y parecía necesario lanzar un tardío y reiterativo aviso para navegantes. Si el año pasado tuvimos el placer de disfrutar una muestra del trabajo de Sylvia Plachy, la Fundación Caixa Galicia acogía esta vez las obras, quizás no tan deslumbrantes pero igualmente magnéticas y cargadas de sustancia, de Gabriele Basilico.

Basilico retrata ciudades desde hace treinta años. Lo hace a través de fotografías en blanco y negro, tomadas en ocasiones desde las calles, a menudo desde torres o azoteas. Sus imágenes son aparentemente frías, distanciadas: una constatación minuciosa, objetiva, de la expansión imparable, ordenada o caótica, del tejido urbano.

Con su profundidad de campo constante y sus encuadres que oscilan entre la asepsia y la perspectiva levemente desquiciada, Basilico difícilmente contribuye a facilitar la lectura, la comprensión espacial y semántica de esos monstruos a los que llamamos ciudades. Huye de los tópicos iconográficos, y muestra su predilección por la periferia de Estambul, Lisboa o Moscú, en vez de por esos centros ampliamente inmortalizados por postales de siete a un euro. Tampoco me atrevería afirmar, salvo en casos concretos, que Basilico manifieste particular simpatía por estos espacios fronterizos, mutantes, por estos no lugares ansiosos por una definición.




Si acaso, en sus mejores imágenes, Basilico logra captar la potencialidad implícita en la impersonalidad de los espacios. Sus fotografías ofrecen la posibilidad de habitar y reordenar la ciudad con la imaginación; su renuncia a apropiarse de las ciudades a través de la cámara permite que seamos nosotros los que las habitemos, nos invita a leer en sus formas torturadas nuestra propia historia, hace posible que proyectemos en las calles, azoteas y descampados nuestra propia retícula espacial, el modo único e irrepetible en que nuestra experiencia nos ha enseñado a interpretar y vivir lo urbano. Quizás por eso, en cada una de las ciudades de Gabriele Basilico cada uno reencuentra aquella su ciudad.

2 comentarios:

Miguel Muñiz dijo...

me gusta mucho tu blog, muy interesante ,la frase primera sobre la extrañeza que encontramos en nuestra primera visita a una ciudad es tal cual..El domingo pasado conoci a tu tio Marra, un gran fotografo

saludos

Anónimo dijo...

Fe de erros:
Miguel quere decir que
o pasado domingo soubo que o pequeno fotógrafo Marra era tio teu
porque coñecer, coñecer, hai uns lustros que o coñece.
untalmarra.
http://untalmarra.wordpress.com